miércoles, 20 de octubre de 2010

LA SUPREMA MISIÓN DE LA MÚSICA



LA SUPREMA MISIÓN DE LA MÚSICA

Para que la mente y el cuerpo estén bien debes empezar por curar el
alma.

Platón


La música se originó en los esfuerzos de la naciente humanidad por
reproducir los sonidos de la naturaleza: armonía, melodía y ritmo. En su
temprano desarrollo los seres humanos eran tanto clarividentes como
clariaudientes. Ellos podían oír la nota clave del viento, del oleaje
rompiendo en la playa, de una explosiva tormenta. Sus primeros cánticos
estaban compuestos de una mezcla de estos tonos variados – cánticos
más tarde transcritos en sus canciones tradicionales.

Los últimos resultados de la ciencia material están llegando a las mismas
conclusiones que el hombre primitivo. Hay una afirmación científica para el
hecho que esta tierra es un vasto sistema de ondas armónicas que es
construido y sustentado por música nunca antes oída. Todos los grandes
compositores musicales han sido conectados, consciente o
inconscientemente, con este manantial de música – un hecho que los
habilitó para llegar a ser maestros de su arte. Sus composiciones contienen
mensajes específicos traídos a través de los reinos superiores para el
definido propósito de mejorar las condiciones del mundo y proporcionar a
la humanidad la más grande iluminación.

Las obras de Bach tocan directamente la mente del hombre al estimular
sus facultades mentales y acelerar sus procesos espirituales. Haydn produjo
la milagrosa música que abre las puertas a la comunicación angelical. Las
producciones de Debussy construyen un puente entre lo real y lo ideal. Las
de Ravel invitan al oyente al mundo de las hadas. Schubert y Schumann
repitan un mensaje desde los reinos trascendentales. Para cualquiera que
escriba o enseñe a lo largo de las líneas musicales, las obras de estos dos
compositores ofrecen asistencia e inspiración. Sibelius y Grieg son músicos y
poetas. Describen no sólo las bellezas externas de la naturaleza, sino
también las maravillas de las revelaciones secretas no vistas ni oídas por la
persona común.

Un autor una vez escribió en un artículo intitulado Rapsodia de Primavera:

“Contemplábamos un durazno silvestre adornado con flores rosadas y
blancas. A medida que los Ángeles bendecían a cada pequeño obrero
sus ropas asumían tonos rosados y blancos y después iba a posarse
infaliblemente sobre un pétalo de flor portando su propio color distintivo.

“El vaivén y movimientos de ambos, Ángeles y espíritus de la naturaleza
están en completa conformidad con la gloriosa sinfonía de la naturaleza
que se hace más clara y más poderosa según la estación avanza.

Finalmente el patrón etéreo para todo el reino vegetal está completo. Sus
fuerzas entonces se funden en y unen con la forma física externa del árbol
y la vid. Hasta que esto no ocurre el hombre no llega a enterarse del
milagro de la primavera. Es esta asombrosa revelación del funcionamiento
interno de la naturaleza lo que es llevado al alma de la humanidad a
través de la música de Sibelius y Grieg”.

La música de Félix Mendelssohn-Bartholdy toca el alma misma de la
belleza. Está plena de esa verdad suprema de la cual Keats canta cuando
sostiene, “La belleza es verdad, la verdad es belleza”. César Franck trae
una fragante bendición que roza el alma devota del hombre. Esto es
particularmente cierto en su música para órgano. Las composiciones de
Scriabin debieran ser una revelación para aquellos que trabajan con las
fuerzas internas de sonido y color. Smetana, el compositor checo, es un
verdadero músico de la Nueva Era. El presenta una visión de un glorioso
día cuando no habrá ninguna barrera entre hombre y hombre, nación y
nación. Verdi revela que él es un gran amante de su género. Su música no
sólo invita al romance sino muestra en una visión la gloria de la hermandad
del hombre. La música de Mozart, en los años venideros, será usada en
relación con los descubrimientos relativos a la mente subconsciente.

Richard Wagner compuso verdadera música iniciática, escrita para el
propósito de despertar ciertos centros latentes en el cuerpo del hombre.

Estos centros, cuando funcionen completamente, levantarán la raza
humana mucho más allá de nuestros presentes conceptos. El Parsifal de
Wagner trata del Misterio del Cristo. Por esta razón, Wagner no quería que
Parsifal se presentase fuera de Beyreuth. Deseaba que cada
representación fuese una verdadera experiencia iniciática, y esperaba
que cada persona presenciando una función hubiese hecho un
peregrinaje espiritual a su teatro para este expreso propósito. Sin embargo,
su deseo de resguardar el sagrado carácter de este drama musical
confinando sus representaciones exclusivamente a su Templo de Música en
Beyreuth no duró mucho en efecto. Aun a riesgo de que el prevaleciente
secularismo manchase las representaciones, la demanda de los amantes
de la música que este consagrado drama musical se hiciera accesible a
una audiencia mucho mayor de la que era posible por su retención en
Beyreuth únicamente, parecía justificar el predominante deseo del
compositor en la materia.

Ciertamente, Wagner fue un profeta musical que vivió antes de tiempo. En
la Nueva Era, que ahora comienza, la música volverá a ser un ritual de
Iniciación, y la música de Wagner estará allí.

Como muchas veces lo hemos establecido, la de Beethoven es música
cósmica. La suya es realmente “música espacial”. En los años que vendrán,
como el hombre se aventurará más y más lejos en el espacio para
descubrir las innumerables maravillas a ser halladas, se otorgará una
evaluación enteramente nueva y una apreciación más profunda a la
sublime música y la elevada misión de esta gran y noble alma. El mágico
poder de la música de Ludwig van Beethoven, junto con su altísima
inspiración, ha puesto su impreso sobre este planeta tierra para toda la
eternidad.

Resucitar a la humanidad desde las limitantes condiciones en las cuales ha
caído es la verdadera misión de la música, pues tiene el poder para
restaurar al hombre a su total – pero – olvidado estado divino. Salvar al
espíritu humano de sucumbir completamente a los entorpecedores efectos
de una civilización materializada y mecanizada ha sido uno de los
principales factores operando en las naciones occidentales.

Podemos agregar que las evidencias de declinación en las virtudes del
corazón que encontramos en las artes y en otras partes no necesariamente
significan retrocesos. La humanidad siempre continúa desarrollando tales
virtudes hasta un grado más elevado de expresión, pero la progresión
histórica y evolutiva nunca va en línea recta. El ascenso sigue un
movimiento cíclico de flujo y reflujo. Cuando descubrimos la disminución
de cierto desarrollo puede ser que estemos presenciando simplemente la
inactividad que sigue y precede a la fuerza por la cual siempre vamos
hacia arriba en el espiral de crecimiento.

* * *

LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

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