miércoles, 29 de septiembre de 2010

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Lo mortal, transformado en Inmortalidad

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De este destino, el hombre fue salvado por Cristo. El vino para revivir, restaurar y resucitar a una humanidad que había caído bajo las fuerzas de la desintegración, el deterioro y la muerte. El pudo hacerlo, porque El es en Su Propio Ser, "la resurrección y la vida". El es el Espíritu del Sol, el más alto iniciado del Período Solar, la primicia de la oleada de vida Arcangélica. El es el Logos Solar y la Luz del Mundo. De Su Cuerpo de Luz El irradió y continúa irradiando dentro del Mundo Etérico el Rayo Redimiente que es absorbido por el vehículo etérico del hombre, reanimando en éste las fuerzas de vida. Este impulso Dador de Vida es en su oportunidad transmitido al cuerpo físico con igual efecto y de este modo, la humanidad que murió en Adán es traída a la vida en Cristo. Lo mortal, transformado en inmortalidad, y lo corruptible en incorruptible. La redención del hombre de su caída está asegurada y también su capacidad para seguir adelante, más allá de la Evolución Terrestre dentro de sucesivos períodos de desarrollo. De no haber sido por este impulso Dador de Vida del Cristo, la clase de muerte que hubiera alcanzado el cuerpo al final de una vida terrestre, habría sido la muerte experimentada por toda la humanidad al final del Período Terrestre.
Este acto de Salvación, por el cual la raza humana fue sacada de la muerte hacia la vida no estaba dentro del poder de ningún ser humano. Siendo ésta una tarea de alcance cósmico, se requirieron poderes cósmicos tales como los poseídos por Cristo. El Maestro Jesús jugó su glorioso y necesario papel en este acto, por cuanto su condición espiritual era tal que le permitía ser el instrumento humano en, y por el cual, el espíritu de Cristo podía establecer un punto focal por medio del cual penetrar e identificarse a Sí mismo con la evolución humana y servir después como Su Regente Planetario. Pero Jesús, por sí mismo, no podía convertirse en nuestro Salvador, ni el Cristo solo haber devenido en nuestra vida y nuestra resurrección. Fue por dicha unión físico - espiritual, entre lo humano y lo divino, como se estableció el Ser Único compuesto de Jesús - Cristo, que se hizo necesaria.
Y, entonces, la exaltada instrumentalizad del Padre, cuya voluntad es que nada perezca y que todo pueda poseer vida eterna, mostró este intento Divino para consumar satisfactoriamente a la humanidad. Por Cristo - Jesús, del cual pudo decir: "He aquí a Mi Hijo, del cual tengo complacencia".
En lo anterior hemos tocado tan sólo un pequeño fragmento del tipo de conocimiento que debe ser expresión en el pensamiento moderno para restaurar la doctrina de la Resurrección a su verdadero lugar, donde pueda, en nuestro tiempos, revitalizar la fe. Esta necesidad nunca ha sido mayor que ahora, cuando las fuerzas de la muerte han regresado en un asalto sobre la humanidad como un intento desesperado de volver a ganar control sobre los ascendentes poderes de Vida.
En esta crisis planetaria, los pueblos por doquier están expectantes de la emergencia de algún poder redimiente, transformante, sea éste un principio o una persona.
La esperanza universal está en la resurrección de un mundo arruinado, el esclarecimiento de una mente en la ignorancia y la espiritualización de una civilización sepultada en el materialismo.
Para los Cristianos, esta esperanza está enfocada en Cristo y en la Promesa de Su presencia en Su divino Servicio hasta completar Su Misión Terrena. Es en esta esperanza de Gloria que celebramos la Pascua, el Festival Luminoso de la vida Resucitada.
Aún queda mucho por ser revelado de los Misterios de Cristo cuando la consciencia de la humanidad madure; como dijera Max Heindel: "El verdadero Cristianismo Esotérico aún no ha sido revelado a la publicidad, y no lo será, hasta que la humanidad haya pasado su estatus materialista y sea digna de recibirlo". (El Concepto Rosacruz del Cosmos).

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del libro "Portales Estelares"

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