martes, 28 de septiembre de 2010

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La Leyenda
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Las dos grandes celebraciones de los Misterios de la antigua Grecia se celebraban en Eleusis, cerca de Atenas, y en el Templo de Apolo en Delos, donde también era honrado Dionisio. Debido a la profunda influencia que aún, hasta hoy, se derrama sobre el alma humana de los Misterios de la Hélade, es esencial para el Discípulo moderno que conozca algo de aquellos formidables Misterios, de los cuales se ha mencionado tanto en estas páginas. Cada Escuela de Misterios, aún en nuestros tiempos, tiene una leyenda que retrata simbólicamente el propósito de dicha Escuela y el trabajo que busca cumplimentar.
La sagrada leyenda de los Misterios Eleusinos relacionada con Ceres ("la Madre", Deméter),
Perséfone y Dionisio.
Ceres, la diosa de la agricultura, tenía una hija rubia, Perséfone. Esta adorable doncella de ojos azules era muy apegada a su madre y, como Ceres, estaba sobrecargada con sus muchas tareas, Perséfone tomo sobre sí el cuidado de toda la vegetación.
En una brillante mañana, cuando había terminado con sus tareas, estaba pasando el día con las Ninfas en el bosquecillo. Tejían coronas de flores y cantaban alegremente y bailaban . Mientras estaban alegrándose, escucharon un crujido entre los arbustos y al mirar se asustaron al ver la cara fea y oscura de Plutón, regente del reino oscuro, que las observaba de entre el espeso enramado.
Tenían razón para temer, pues Plutón, viendo a la bella Perséfone entre las doncellas, deseó tomarla consigo para que compartiera su tenebroso y lúgubre trono; pero conociendo que ella nunca iría por las buenas, apartó las ramas y apresándola se la llevó en su carroza. Luego, temiendo que la madre de aquella le pudiera arrebatar la muchacha, golpeó la tierra con su poderosa lanza y una gran caverna se abrió en medio del terreno. Bajando por aquel largo pasadizo Plutón guió sus negros corceles y pronto arribó a su palacio en las regiones infernales. Allí intentó consolar a Perséfone, ofreciéndole los más bellos presentes y la sentó en su trono labrado para que se quedara a su lado y fuera su Reina.
Pero mientras la infeliz muchacha era llevada abajo dentro del reino tenebroso ella había mirado atrás y dejado caer su chal para que las brisas lo llevaran a su madre.
Pasaron muchos días antes de que Ceres encontrara alguna traza de su querida hija Día tras día buscó en vano. Cuando al fin el brocado manto fue llevado hasta sus pies y le fue dicho donde se encontraba su hija, su corazón se rompió en pedazos; y abandonando sus tares se retiró a una caverna para lamentarse a solas. Toda la vegetación sobre la tierra se secó y, siendo amenazadas por la hambruna, las gentes imploraron a los dioses para que les ayudaran. Pero Ceres estaba sorda a sus gritos de angustia. Así que finalmente se decidió que Perséfone regresase a la tierra, dado que ella no había probado alimento mientras estaba en el reino de Plutón. Ella únicamente había comido seis semillas de granada durante ese tiempo, así que los dioses decidieron que como ella había comido aquellas seis semillas, ella debería permanecer ese mismo número de meses allí con Plutón; mientras que durante los otros seis meses ella debería estar con su madre en el reino de la luz.
Y hasta el día de hoy, cuando Perséfone retorna al mundo superior en primavera, las flores se abren y reverdecen los árboles. Toda la tierra se cubre de un follaje nuevo y los pájaros con sus cantos se complacen de su llegada. Pero cuando ella se marcha para retornar al reino tenebroso, toda la alegría cesa, los cielos lloran y toda la naturaleza lamenta su partida.
Esta fantástica leyenda fue dada a los no iniciados como una explicación de las causas de la anual rotación de las Estaciones de la Primavera al Otoño. El sabio, no obstante, comprendía su profundo significado, y abierto a las verdades ocultas encontraba la Escuela Iniciática que excedía a cualquier otra en la magnificencia de su drama sacro y en la multitud de sus iniciados; su nombre: Los Misterios de Eleusis.
Esta Escuela, que impartía los sacros y augustos Misterios de las Edades, estaba dividida en dos secciones: Los Misterios Menores y los Mayores. Los primeros consistían en Nueve Grados que eran preparatorios de estos últimos. Ordinariamente existía un noviciado de tres, y a veces de cuatro o cinco años. Magníficos ceremoniales acompañaban el trabajo que pertenecía a cada uno de estos Nueve Grados.
A los candidatos se les requería una reputación sin mancha así como un carácter irreprochable. Durante la Edad de oro en Grecia, era necesario tener una posición en alguno de estos grados, Mayores o Menores de la Escuela de Misterios de Eleusis, para ocupar una posición de Estado. Cicerón declaraba que: "Atenas, entre sus más excelentes invenciones, por lo divina y útil para la Familia Humana, no produjo algo comparable con los Misterios... Ellos no solamente nos enseñan a vivir de un modo más consolador y agradable, sino que alivian la pena por la muerte mediante la esperanza de una vida posterior mucho mejor"
Gradualmente se fue conociendo que entre los no iniciados se encontraban muchos de los poco honorables y que habían sido excluidos de la participación en todo lo noble y bello de la vida del estado Ateniense, mientras que los nombres de sus más ilustres ciudadanos eran contados entre aquellos que observaban los Fiestas Equinocciales en la sagrada villa de Eleusis.
Los Misterios Menores de Eleusis eran considerados como el vestíbulo del Templo y los Ritos Mayores como el Santuario. Un antiguo poeta Griego dijo que los primeros eran una sombra imperfecta de estos últimos, como el sueño lo es de la muerte.
Los Iniciados de los Misterios Menores recibían el nombre de Místicos; los de los Mayores el de Videntes.
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del libro "Portales Estelares"

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