jueves, 30 de septiembre de 2010

LA CREACIÓN DE LA HUMANIDAD


LA CREACIÓN DE LA HUMANIDAD


El reinado de Júpiter no se inició sin problemas. En la batalla de los Gigantes contra el Padre de Todos, hubo tres miembros de los Titanes que estuvieron con Júpiter y contra Cronos. Uno de ellos fue Océano, la serpiente de las aguas que rodeaba el mundo. Los otros dos fueron los Titanes Prometeo y Epimeteo, hijos de Iapeto. Los Titanes sublevados fueron vencidos y desterrados al Tártaro, en lo profundo de la Tierra, donde sus luchas son la causa de los terremotos, las erupciones volcánicas y otros acontecimientos catastróficos de la naturaleza. Pero Prometeo y Epimeteo, que habían adoptado la causa de Zeus, jugaron un papel principal en la creación de los reinos animal y humano. Primero Epimeteo creó los animales, dando a cada especie sus atributos característicos. Cuando Prometeo se dispuso a crear al hombre, se dio cuenta de que todas las características especiales habían sido utilizadas en la creación de los animales, así que subió al cielo para robar el fuego del carro del sol, con el fin de que la Humanidad tuviese alguna particularidad exclusiva propia.

Desde ese momento, Prometeo, con astucia y distintos medios, luchó por la raza humana en contra de Júpiter, incluso inclinando a los hombres a negar a Júpiter, en su templo, los ricos sacrificios exigidos por su ritual, utilizando para ello carnes y huesos
de calidad inferior. Como castigo, Júpiter privó a los hombres del regalo del fuego; Prometeo, sin embargo, pronto lo robó de nuevo. Profundamente enojado, Júpiter ató a Prometeo a un negro acantilado en el Cáucaso, lo encadenó en la posición de crucificado y lo condenó a que, durante el día, un buitre devorase su hígado; un tormento eterno, puesto que cada noche su hígado volvía a crecer.

Tras ello, Júpiter creó a Pandora, para que fuese la compañera del hombre. Esto, según unos, lo hizo lleno de rabia, para vengarse de Prometeo; pero muchos griegos rehusan creer que el Padre de Todos actuase por otro motivo que no fuese el amor por la raza humana, y que creó la estirpe femenina de buena fe.

En la leyenda de Pandora, Prometeo y Vulcano se encuentran ciertas verdades relativas a la Época Lemúrica, en la que tuvo lugar la separación de sexos y la Caída del Hombre. Estas verdades siguen el segundo y tercer capítulos del Génesis.

Pandora fue creada por los dioses a petición de Júpiter y cada uno le confirió determinados atributos astrológicos, correlativos con los distintos planetas, la luna y el sol.: Su forma fue elaborada por Vulcano (Hefestos, el artesano celeste) y fue dotada de belleza por la propia Venus, de benevolencia por Júpiter, de pasión por Marte, de persistencia por Saturno.

Mercurio le dio una cajita misteriosa, cerrada, con instrucciones de no abrirla hasta pasado un determinado tiempo. Dominada por la curiosidad, Pandora abrió la caja y de ella rápidamente escapó un enjambre de espíritus del mal (que representan las formas astrales de la enfermedad y al muerte, el pecado y el odio) que llenaron el aire. Rápidamente, cerró la tapa, cuando oyó una vocecita procedente del interior de la caja que clamaba por su libertad. La abrió de nuevo y surgió de la cajita el hada de la Esperanza. La Esperanza era el antídoto que Hermes (Mercurio) había previsto contra el sufrimiento desatado por la irreprimida curiosidad de Pandora, que la hizo buscar conocimientos más allá de su comprensión y control.

Y es cierto que "la Esperanza florece eternamente en el pecho del hombre". El gran iniciado cristiano Pablo, en su inmortal Epístola de la Caridad, consideró la Esperanza como uno de los tres atributos supremos del espíritu humano.: "...y entonces sólo quedarán la Fe, la Esperanza y la Caridad (el Amor), pero la mayor de ellas (virtudes) es la Caridad". Sin embargo, la Humanidad aún experimenta los efectos negativos de la Caída. La Esperanza es la estrella que indica el camino de retorno al Edén, los Cielos, mediante la Regeneración.

La Epístola en la que Pablo enseña tan bellamente la lección de la Caridad o el Amor, posee una importancia oculta enorme. La Fe, la Esperanza y el Amor, a las que se refiere, no son meras abstracciones metafísicas, sino que son sustancias vitales espirituales en el cuerpo del verdaderamente iluminado. Sus emanaciones , por tanto, actúan sobre toda la vida y asuntos del recién Escogido y, en las condiciones apropiada, ambas se sienten y se ven.

Las corrientes de Vida que fluyen a través de ciertos puntos vitales del cuerpo completamente "despertado", revivifican y electrizan cada uno de sus átomos. A este proceso, Pablo lo denominó "sustituir el hombre viejo por el hombre nuevo".

Las corrientes de Fe, que son las primeras en manifestarse, aparecen en tonos de color azul cósmico. Su fuerza gemela de la Esperanza es oro etérico, y ambos se unen en la luminosa llama dorada que tiene su hogar en el centro solar del cuerpo, el corazón: La mayor de ellas es el amor".

Cuando esta poderosa triple fuerza despierta de su largo sueño , el hombre comprueba la unidad y la santidad de la vida toda, desde la minucia de nuestro microscópico mundo hasta las más lejanas estrellas.

Aunque fragmentarias, pues, no dejan de ser profundas las gemas de sabiduría esotérica encerradas en los antiguos mitos.

La orden de Mercurio de no abrir la caja hasta transcurrido cierto tiempo tiene especial significado para el discípulo, para el cual la triple fuerza ya tiene un sentido que la Humanidad, en general, conocerá cuando alcance su plenitud en la próxima Nueva Edad, el día del Nuevo Cielo y la Nueva Tierra.

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del libro LA MITOLOGÍA Y LA BIBLIA por Corinne Heline

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