jueves, 21 de octubre de 2010

LA MÚSICA


LA MÚSICA

nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile


Este volumen está dedicado a Santa Cecilia
cuya vida altamente inspiracional la hizo un
perfecto instrumento de recepción para la
transmisión del supremo arte de la Música.
Asimismo a todos los discípulos de la Nueva
Era del sublime arte cuya aspiración es encontrar
a ésta la más elevada de las artes en un
correspondiente excelso nivel.


LA MÚSICA ES EL LENGUAJE UNIVERSAL
DIOS ES SU CENTRO
LA INFINIDAD SU CIRCUNFERENCIA


INTRODUCCIÓN


De acuerdo con el acelerado ritmo de nuestra época moderna, el público
común está habituado al hecho que la música esté siendo diariamente
considerada como un factor curativo por acreditados practicantes
representativos de diferentes métodos endosados por la profesión médica.

Algunos de los hospitales más adelantados están empleando músicos
como miembros de tiempo completo de su personal regular. Esta
expansión intensamente interesante del arte de la música con respecto al
uso constructivo tiene mucho que ver con los desarrollos preparatorios
para la entrante Era Acuariana de Aire, y los científicos ocultos muchas
veces lo han anunciado. La era atómica en curso proclama un asombroso
avance en la música como medio curativo.

Los más exitosos médicos de la Nueva Era considerarán los vehículos
invisibles del hombre junto con su cuerpo físico como formando una
completa unidad, pues es sobre los vehículos internos o más finos que la
terapia musical produce sus más potentes efectos. Paracelso, el célebre
médico ocultista del siglo XVI, declaró: “El verdadero curador no busca las
causas en lo visible sino que trata de entender lo invisible”.

Toda vida es una vibración. La diferenciación se debe a una Vida Divina
vibrando en grandes variantes. Por eso, la vibración es la clave para el
secreto de ambas, salud y enfermedad, juventud y vejez, la muerte y su
última rendición a la inmortalidad. La condición fundamental que es la
base para el bienestar del hombre es la armonía. En obediencia a la Ley
de Armonía, el hombre fue hecho “a imagen y semejanza de Dios”. Si él
hubiese continuado en función de la armonía con esa ley, las
imperfecciones físicas y enfermedades habrían sido desconocidas para él.

Las tendencias del Nuevo Día apuntan a la aceptación del hombre de
esta verdad universal junto con una realización interna que está dentro de
su propio poder divino para recrear, aquí y ahora, las condiciones según el
patrón inicial. Una de las más nobles de todas las artes, la música, está a la
vanguardia de ésta la más gloriosa obra: la perfección del hombre por
medio del redespertamiento de la divinidad dentro de sí mismo.

* * *

MÚSICA CÓSMICA


CAPÍTULO I

LA MÚSICA CON RESPECTO
A LA EVOLUCIÓN HUMANA

MÚSICA CÓSMICA


La música es la voz armoniosa de la creación; un eco
del mundo invisible, una nota de acorde divino que el
universo entero está destinado un día a tocar.

Mazzini

¡Ah, música, el sagrado lenguaje de Dios! Te oigo llamar
y vengo.

Confucio


La evolución del hombre y del planeta en el cual habita puede ser seguida
musicalmente lo mismo que espiritualmente. Al hacerlo así descubrimos
que ambos trazos proceden en forma simultánea y a lo largo de sendas
paralelas. En realidad, las dos permanecen separadas sólo en nuestra
limitada percepción. En su esencia están inseparablemente unidas, y en los
reinos superiores de existencia se reconoce que el entendimiento musical y
la realización espiritual son idénticas.

“En el principio era el Verbo”. Ambos el universo y el hombre fueron
creados por el tono. La fórmula musical para este acto creativo está
contenida en el mismo primer capítulo del Génesis, el Libro de los Eternos
Comienzos, y también en el primer capítulo del supremo Libro del Nuevo
Testamento, el Evangelio de San Juan.

En todas partes del universo se escucha una Canción triple que el es Canto
de lo Absoluto. La Canción es Una pero posee tres aspectos: Poder, o
armonía; el Verbo, o melodía; y Movimiento, o ritmo. Este canto universal es
literalmente la energía primordial por la cual Dios se manifiesta. Es en
verdad, un concierto, aunque la sensibilidad humana todavía no sea tal
como para poder oírlo físicamente; pero si él lo escucha o no, el hombre
en el hecho real vive, se mueve, y lleva su existencia en un universo de
armonía tonal.

Las divinas energías emitidas por el Canto de Dios son irradiadas en nuestro
universo por las doce Jerarquías zodiacales que rodean nuestro sistema
solar. Cada una de las doce Jerarquías hacen sonar su nota distintiva, la
que se registra en la música terrenal como una nota de la escala
cromática. Los doce signos pertenecientes a las doce Jerarquías se dividen
en cuatro grupos de acuerdo al elemental con el que están relacionados.

Aquellos que pertenecen a las triplicidades de Fuego y Aire cantan en
Mayores; aquellos relacionados con Agua y Tierra cantan en Menores.

Juntos forman la “Música de las Esferas”. Cada una de las Jerarquías
zodiacales ejecuta una tarea específica y creativa. Mientras las tareas son
diferentes, todas son manifestaciones del Único Tono Universal, que es el
origen de su energía, fuente de la cual brota toda música.

Este estupendo coro cósmico, está más allá de la capacidad perceptiva
del hombre, es bajado a potencias menores por el Logos de nuestro
sistema solar, quien es su Creador, y viene a ser conocido en esta tierra
como Voluntad (armonía), Sabiduría (melodía), y Actividad (ritmo).

Para aquel espiritualmente iluminado oír la música de las esferas es una
experiencia iniciática trascendente. Así como los tonos celestiales son
registrados por “los benditos oídos que escuchan”, así también “la bendita
vista” registra un arcoíris de colores que acompaña al sonido de aquellos
tonos. Platón estaba entre los iluminados que escuchaban y veían estas
glorias celestiales. Shakespeare las describe con entendimiento iniciatorio,
y San Juan se refiere a ellas repetidamente al contar la revelación que
recibió en la Isla de Patmos.

Ya que el Fiat creativo de tono- impulsado de lo Absoluto es triple en su
naturaleza, los números uno, dos y tres son la base de toda manifestación.

Confucio, el Maestro-Iniciado chino, declaró que “del Uno procede el Dos;
del Dos viene el Tres y del Tres vienen todas las cosas”. La teología Cristiana
se refiere a este poder triple como la Santa Trinidad y enseña como es
debido que de él todas las cosas vistas y no vistas vienen a manifestación.

El UNO representa el punto en el cual el Hombre verdadero, el Espíritu
Virgen, se hace cargo del primer velo a medida que desciende hacia la
manifestación. El DOS es dual y separativo, se relaciona con el estado
manifestado o transitorio del UNO. Es la fuerza dominante en el presente
peldaño de evolución humana. El TRES representa la Actividad de la
Divinidad dentro de la dualidad manifestada. Es la fuerza que mueve
hacia la perfección de la completación bajo el poder del siete, el número
que compone la escala diatónica.

En la manifestación física el TRES (triángulo) se basa en el CUATRO (Cubo),
interpretado como los Tres principios manifestándose en los Cuatro
Elementos; u otra vez como el Espíritu triple gobernando sobre la
personalidad cuádruple.

Astronómicamente los primeros tres signos del Zodíaco; Aries, Tauro y
Géminis representan las tres fuerzas primordiales que se desarrollan
progresivamente en los signos que siguen.

Si separamos el Zodíaco en tres grupos de cuatro signos, cada grupo
comienza con un signo de Fuego, seguido por un signo de Tierra, luego por
uno de Aire y uno de Agua.

Aries - Tauro - Géminis - Cáncer

Leo - Virgo - Libra - Escorpio

Sagitario - Capricornio - Acuario - Piscis

Leyendo en forma horizontal hallamos las triplicidades zodiacales
mencionadas previamente como denotando la fuerza cósmica triuna.
Aries proyecta la fuerza de siembra en Tauro, este impreso dual es después
proyectado en Géminis; y el impreso triple se repite en cada uno de los
nueve signos restantes del Zodíaco.

Como Aries muestra el punto donde el Espíritu entra en su ciclo involuntario,
descendiendo en el laberinto de la manifestación, así su polaridad
opuesta, Libra, el séptimo signo del Zodíaco, es el punto, o puerta, a través
de la cual el hombre pasa cuando cambia los conceptos humanos y el
velo de la carne por el conocimiento cósmico y el vestido inmortal del
alma con el cual él puede “ir y venir” a voluntad entre los reinos espirituales
y el físico que es su reflejo. Aquí permítamonos decir que la Fraternidad
Masónica aconseja a sus miembros estudiar música, matemáticas y
astronomía, éstas son las tres ciencias fundamentales de las cuales
dependen todos los otros estudios.

Todas las creaciones del sistema solar están formadas por las emanaciones
de tono de las doce Jerarquías. La base alquímica de todas las cosas es
Fuego y Agua en conjunción con sus elementos complementarios de Tierra
y Aire. Estos preparan la sinfonía zodiacal que el coro celestial interpreta en
el supremo cántico: “Y el Espíritu de Dios (Fuego) dio vuelta la faz de las
aguas (Agua)”. Este sublime canto hace eco una y otra vez mediante los
acordes antifonales de la poderosa canción de San Juan de ritmo
planetario: “El Verbo era con Dios”. En ella el bendito Discípulo transmitió
para la humanidad algo del éxtasis divulgado por las Jerarquías celestiales
de Aries y Tauro en el mismo comienzo de la creación.

Para repetir en las fuerzas combinadas de Fuego, Agua, Aire y Tierra están
el Alfa y Omega de todas las cosas. Esta combinación de poderes está
expresada en ciertas claves mántricas, ejemplos familiares de los cuales
son INRI, JHVH, AMEN y el VERBO. El poder de la palabra hablada yace
oculto en estas claves, también el misterio relacionado con la Palabra
Perdida de la Masonería. Cuando un Iniciado del grado de San Juan
pronuncia y mantiene adecuadamente los tonos que llevan estas letras, se
convierten en los medios para efectuar milagrosas transmutaciones.

Algo de su poder es impartido al Evangelio de San Juan, en una
sublimidad, una grandeza no superada en toda la Biblia. El lenguaje es
sonoro, sinfónico, exaltado. En esta relación es interesante advertir el uso
de los números tres y siete en todas partes de este Evangelio. Por virtud de
este hecho, sus vibrantes valores continúan cantando su divina canción a
través de las centurias. Así como el primer capítulo del Génesis es claro en
su recitación cubriendo los siete días de la creación, nuestro esquema
evolutivo es septenario en naturaleza. El lector más casual de la Biblia no
deja de observar la repetición de este número desde el Génesis al
Apocalipsis.

En el primero de los siete días creativos el poder cuádruple está
potencialmente presente. En los días sucesivos llega a activarse en forma
progresiva hasta que alcanza la máxima expresión en el séptimo o último
día creativo. El poder operativo dominante en cada uno de los siete días o
periodos está armonizado con la tónica musical de uno de los planetas de
nuestro sistema solar. Así cada día agrega su nota particular al gran
conjunto a medida que los poderes innatos del espíritu se hacen más y
más evidentes. Cuando la última o séptima nota ha sido tocada, el poder
del Verbo que es Dios, el Todo Bondad, suena en una gloriosa octava, la
serie perfecta y acabada.

* * *

LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

EL HOMBRE – UN CANTO DE DIOS


EL HOMBRE – UN CANTO DE DIOS

Observa con cuidado, y verás musicalmente; el corazón de la naturaleza
está en todas partes de la música, si sólo pudieses llegar a él.

Thomas Carlyle

Alguna vez en el futuro cierto tipo de música escrita con el propósito de
ayudar a la humanidad a revivir recuerdos de vidas pasadas desde fuera
de la mente subconsciente. Esta será música altamente individualizada,
portando, como fuere, una recapitulación tonal de eventos pasados. La
base para esta aserción es el hecho que la vida humana tuvo su origen en
la música, como lo tuvo el universo manifestado.

Como previamente establecimos, es a través de una adecuada
combinación de los principios del Fuego (masculino) y del Agua
(femenino) que la vida humana viene a manifestación. Es también por el
establecimiento del equilibrio entre estos mismos principios que se efectúa
un nuevo nacimiento espiritual a través de la Iniciación.

Para el hombre de ciencia oculta el nacimiento es un evento triple. El
primero es el nacimiento físico, un evento experimentado por la
humanidad como un todo. El segundo es el nuevo nacimiento a través de
la regeneración espiritual o Iniciación una experiencia que hasta ahora
sólo la han tenido los más avanzados pioneros de la raza. El tercer
nacimiento es la entrada al conocimiento cósmico, que establece el
contacto directo con las actividades de las Jerarquías celestiales. Este es el
peldaño de avance de los Maestros y de los Señores de Compasión,
aquellos quienes están colaborando con nuestra progresión y evolución
planetaria. Por virtud de haber pasado a través de este nacimiento triple,
el gran Maestro egipcio, el Dios Thot, fue llamado por los griegos el Tres
veces Gran Hermes, o Hermes Trimegisto. La Divina Comedia de Dante
contiene una velada alusión a sus experiencias personales con las
Jerarquías estelares que le fueron posibles luego de haber llevado a cabo
el nacimiento triple. Lo que uno ha hecho, otro puede hacerlo. El mismo
sublime logro aguarda a todos quienes se hacen merecedores.

Los instrumentos musicales incluyen ciertos tonos y valores tonales que
conciernen a los sucesos celestiales de la pasada evolución del hombre.

Su origen puede ser indagado hasta los recuerdos inconscientes del
hombre sobre las verdades pertenecientes a la evolución musical y a la
permanencia del alma en el cielo entre las encarnaciones. Así las notas
altas de un violín entregan la más cercana aproximación objetiva al tono
del espíritu como es diferenciado en la conciencia universal. La lira y el
arpa son conceptos objetivos de ciertos poderes internos con los cuales el
hombre una vez se supo como un instrumento celestial en armonía con la
Música de las Esferas. Por esta razón estos instrumentos eran sagrados para
los Templos de Misterio del antiguo Egipto y Grecia. Aunque ahora latentes,
los órganos espirituales a los cuales corresponden sólo esperan la
revivificación cuando el hombre reclame su temporalmente perdido
estado divino. La música de estos instrumentos es tal que tiende a resucitar
desde su mente subconsciente recuerdos de su anterior exaltada
condición.

En los primeros peldaños de encarnación humana, la música era usada por
las Jerarquías celestiales para moldear los cuerpos humanos. En la presente
era materialista la música es usada para despertar las almas de los
hombres. La música antigua siempre fue altamente espiritual en origen y
efecto. Con la caída del hombre en el materialismo y dependencia de sus
sentidos físicos, llegó a ser menos y menos así. Pero la raza volverá a
despertar sus dormidos y desusados poderes espirituales; entonces la
música recobrará la influencia que una vez ejerció sobre el alma humana
en evolución. La humanidad está destinada a reconocer y usar “la mágica
música” con la cal el ciego verá, el lisiado caminará y los velos del
materialismo se apartarán conforme la comunión con las Huestes invisibles
sea restablecida.

La ciencia espiritual ha descubierto evidencia de cuatro grandes períodos
en que la evolución humana ha precedido, junto con la evolución de
nuestro universo y sistema solar. Tres están en el pasado, y la humanidad
ahora en el presente cuarto Día Creativo, usualmente conocido como el
Período Terrestre, trabaja por liberarse del materialismo. Restan tres
períodos más, o Días de Dios, durante los cuales la personalidad será
transmutada en espíritu y el espíritu reunido con Dios en conocimiento
consciente de su origen y naturaleza Divina.

Durante los pasados tres Días de Dios y en el presente cuarto Día, las
Jerarquías cósmicas han guiado nuestra evolución, y su trabajo para la
humanidad está escrito en los cielos estrellados.

Pero aquellos poderes espirituales que hoy vemos externamente como
estrellas en los cielos en remotas épocas evolucionarias fueron
simplemente vastas radiaciones de inteligencia y poder, incluyendo no sólo
los poderes que trabajan sobre la raíz de la materia sino también las
energías cósmicas que están individualizadas y concentradas en las
emociones humanas. Los grandes Poderes del universo no son existencias
sin sentimientos ni emociones. Ellos difieren de la humanidad en que sus
emociones son de alcance universal, “tejiéndose de estrella en estrella”;
mientras que al mismo tiempo están enterados hasta del más diminuto
átomo dentro del universo. El espacio y el tiempo no impiden el
funcionamiento de estos potentes Poderes universales. Sus proyectadas
emanaciones crearon las nebulosas y desarrollaron los sistemas solares; y
aun cuando alguna lejana estrella es sino una sombra de la estrella real la
cual se ha movido hacia adelante en su órbita o quizá desaparecido del
espacio, las emanaciones espirituales continúan trabajando.

En el primer gran día de la evolución de la humanidad el espacio era
negro; sin embargo el Calor estaba presente en forma cósmica. A este
período se le llama el Período de Saturno. La Jerarquía de las Inteligencias
celestiales que tuvo a cargo especial de este período – pues el espacio
estaba y está lleno de estas Inteligencias de todas las Jerarquías – fue un
ejército de seres asociados con lo que es hoy la constelación de Leo. En el
esoterismo Cristiano son llamados los Señores de la Flama, que es el título
descriptivo, “a causa de la brillante luminosidad de sus auras y sus grandes
poderes espirituales”, como Max Heindel, un místico Rosacruz, ha dicho: El
término bíblico para ellos es “Tronos”. Estos seres proyectaban en la
conciencia humana la semilla-patrón, o arquetipo, del cuerpo físico, que
nosotros poseemos hoy día. Esta semilla-patrón echa raíces en un átomo
particular del corazón, llamado el “átomo-semilla”, y el hombre llevará este
átomo con él hasta haber completado su evolución. El signo de Leo rige el
corazón, donde el átomo-semilla está “entronizado”.

Los Señores de la Flama transmitían el tono que despertaba el poder más
elevado del Espíritu Virgen (la humanidad primordial) a la actividad.

En el segundo Día cósmico de Dios se agregó el elemento de Aire al
cuadro evolutivo y el Color se convirtió en Luz. En este Período el patrónsemilla
del “cuerpo vital”, o cuerpo de fuerza-viva, fue entregado al Espíritu
Virginal. Este es el “cuerpo” o principio que hace posible el crecimiento, y
que además otorga la libertad de movimiento y el poder de la
propagación. El patrón para este cuerpo fue dado por la Jerarquía de
Virgo. En el tercer Día Creativo se agregó la Humedad al Calor y la Luz de
los Períodos anteriores. La condición material resultante de esto fue similar a
una “niebla de fuego”, una condición perteneciente a las nebulosas en los
mismos albores de la creación.

En el tercer Día cósmico otra Jerarquía, la de Librar, emanaba de si misma
el patrón-semilla del cuerpo astral o emocional del hombre.

Con el amanecer del presente cuarto Día creativo el principio de la Mente
fue agregado a los tres principios antes mencionados, a saber aquellos de
los cuales se desarrollaron los cuerpos físico, etéreo y astral. Este principio
Mental fue activado por la Jerarquía de Sagitario, los Señores de la Mente.

En cada uno de los cuatro Días Creativos uno de los cuatro elementos vino
a manifestación bajo el poder de la triplicidad zodiacal a la que
pertenece. En el primer Día, el elemento de Fuego se manifestó bajo los
impulsos combinados de Aries, Leo y Sagitario, las Jerarquías de Fuego. El
trabajo del primer Día, por lo tanto, produjo “Música de Fuego”. El segundo
Día introdujo el elemento Aire a través del trabajo concertado de las
Jerarquías de ese elemento, a saber Géminis, Libro y Acuario. Suya fue la
“Música de Aire”. El tercer Día introdujo el elemento Agua bajo las tres
Jerarquías Acuáticas: Cáncer, Escorpio y Piscis. La evolución entonces
continuó bajo el ritmo de la “Música de Agua”. El cuarto Día, nuestro
presente Período Terrestre, recibió los impulsos de las Tres Jerarquías
Terrestres, Tauro, Virgo y Capricornio, las cuales trajeron el elemento Tierra a
manifestación para el acompañamiento de la “Música de Tierra”.

¡En verdad el hombre se origina en la música de las esferas!

Debido al materialismo de la presente era, comparativamente pocos se
dan cuenta del potencial espiritual de la música o de los elevados usos a
los que puede ser dirigida por aquellos quienes saben cómo sintonizar las
armonías celestiales. La magia atribuida por la leyenda a la música de
Orfeo está destinada a convertirse en una realidad para las masas.

A menudo se describe a la música como la voz del espíritu. Esta poética
expresión tiene su fundamento en la realidad. Los espíritus virginales que
componen la presente raza humana fueron diferenciados primero en el
corazón de Dios a través del poder del Verbo, que hace sonar la tónica
musical del universo. Cada uno de los siete planos cósmicos con los que la
vida planetaria de la tierra está relacionada está haciendo sonar
continuamente su propia tónica en armonía con la séptuple sinfonía tonal
del esquema evolutivo al que pertenecemos. Así cuando el ego humano
desciende desde el más elevado cielo hasta el nacimiento físico es
literalmente bañado en música. Es proyectado a existencia por un Canto
de Dios; y los varios cuerpos que el ego construye para sí, en y a través de
los cuales funciona, son formados por la música de los cielos.

Por esta razón podemos decir que el mapa estelar u horóscopo de un
individuo mostrando las posiciones de los cuerpos planetarios al momento
del nacimiento es una partitura musical hecha en símbolos planetarios de
las disonancias y armonías celestiales a medida que éstas son tocadas en
la vida del ego encarnante. Un horóscopo así viene a ser la signatura
musical de una persona.

Primariamente, cada ego está sintonizado con la tónica de uno de los
planetas. Por medio de la meditación y el trabajo interno es posible para
cualquiera descubrir su tónica planetaria particular. Conforme uno crece
espiritualmente esta nota básica aumenta en volumen e intensidad hasta
transformarse en un cántico que supera las disonancias de las
configuraciones opuestas o cuadraturas en su carta estelar, y lo funde en
un triunfante coral.

Todo el tiempo los cielos resuenan con la música enviada por los
innumerables tonos entrelazados de los cuerpos celestes. La mística rueda
de la vida que muestra las posiciones estelares en el nacimiento registra
sólo los tonos a los que un ego particular responde. Ocurre una “nota
silenciosa” en una carta cuando la emanación musical está demasiado
enrarecida para la respuesta individual del ego.

Otras veces, hay fuertes poderes tonales siendo irradiados a través del
universo desde ciertas estrellas fijas, notablemente Sirio, Alción y las
Pléyades, a las cuales este planeta terrestre todavía no puede responder.

A ambos, al hombre y al planeta le esperan desarrollos casi inconcebibles
en el curso de la era atómica que acaba de comenzar. San Pablo hizo
referencia a estas maravillas no descifradas en medio de las estrellas
cuando declaró, “Una es la gloria del sol, otra la de la luna, y otra la gloria
de las estrellas; pues una estrella es diferente de otra en gloria”. (1 Corintios
15:41).

La ciencia oculta enseña que en los reinos más elevados la música es el
principal factor motivante de toda existencia. Por la música las flores
florecen y la vida vegetal se sustenta. Por la música los Seres celestiales se
comunican unos con otros; su idioma es el canto. Y por la armonía todos
los fenómenos son formados y sustentados. Aunque la humanidad ha
perdido ampliamente el contacto con estos sublimes reinos, un eco de
ellos permanece con ella. En las palabras de Shakespeare:

Ninguna orbe es tan pequeña que no la puedas contemplar
más en su movimiento como un ángel canta,
pero mientras esta turbia vestidura de decadencia
la envuelva totalmente, no podremos oírla.

* * *

LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

LA MÚSICA EN EL PERÍODO PRENATAL



LA MÚSICA EN EL PERÍODO PRENATAL


“En el germen, cuando el primer indicio de vida comienza a bullir, la
música es la protectora del alma; susurra al oído, y el niño se duerme; los
tonos son compañeros de sus sueños – son el mundo en el que vive”.

Bettina


En el mes de Diciembre se lleva a cabo en el interior de los mundos
celestiales un ceremonial denominado deseos de renacimiento (Esto
corresponde a la época del solsticio de invierno). Todos los egos quienes
van a tomar encarnación física durante el año entrante participan de este
magnífico ritual plano-interno. El esoterista sabe que el espíritu humano o
ego nunca es infante. Estos son espíritus “adultos” quienes toman parte en
el ceremonial de venir a nacimiento. Las Jerarquías divinas los inducen a
un repaso, o recapitulación como fuere de las pasadas épocas de su
descenso involutivo en la materia, desde el mismo amanecer de la
creación, indicándoles los eventos principales; éstos están en turno
correlacionados con el período prenatal, que es una recapitulación física
de la pasada evolución del hombre. También se les muestra cuadros de las
varias encarnaciones posibles, y usualmente tienen una opción de dos o
tres de éstas; pues el ego debe dar su aprobación aún a la más miserable
de las encarnaciones. Esto lo puede hacer en los elevados reinos del Tercer
Cielo donde está espiritualmente iluminado y ve el propósito de todas las
cosas. Aunque el ego promedio está casi totalmente inconsciente en el
Tercer Cielo, y su permanencia es breve, las envolventes Inteligencias de
las Jerarquías lo mantienen despierto por un momento mientras se prepara
para renacer.

Como los egos descienden sucesivamente desde el Tercer Cielo pasando
a través del Segundo y el Primer Cielo, existe una correspondiente
actividad en los primeros tres meses prenatales. Son bañados y sustentados
en la música que emana desde el primer, segundo y tercer grupo de
Jerarquías estelares. No debemos suponer que estas Jerarquías espirituales
están muy lejos en los cielos porque las constelaciones están allí. El espacio
no puede delimitar ni definir al Espíritu. Esto es por lo que los antiguos
videntes, observando al planeta o las estrellas, dirían, “El dios (o ángel)
descendió y me habló”.

Los esoteristas modernos explican esto diciendo que “un rayo” de la vida
del Espíritu planetario desciende sobre la tierra manifestándose en forma
como humana a la visión del vidente, aunque en realidad el Espíritu
planetario nunca ha abandonado su verdadero hogar en los cielos. Así
también la madre y el niño no nacido literalmente están rodeados por los
Ángeles de las Jerarquías de los cielos.

Estos meses prenatales son de vital importancia en la vida de un ego
encarnante. Por lo tanto deben tener una significación especial en las
vidas de aquellos quienes se han consagrado al gran privilegio y seria
responsabilidad de ser padres.

La Jerarquía de Aries, cuya nota clave musical es Si Bemol Mayor, encierra
el misterio de la vida misma. La Jerarquía de Tauro, cuya nota clave
musical es Fa Bemol Mayor, contiene el patrón arquetípico de la forma. La
Jerarquía de Géminis, el Serafín, cuya nota clave es Fa Sostenido Mayor,
fusiona las fuerzas de la vida y la forma. Durante estos primeros tres meses
prenatales el ego estudia y trabaja con estos patrones arquetípicos que
nacieron en el principio de la creación.

En el primer mes, bajo Aries, el ego se encuentra suspendido sobre la
madre. La música de Aries es disforme. En el segundo mes, bajo Tauro, el
ego entra al cuerpo de la madre. La música de Tauro produce forma.

Durante el tercer mes, bajo Géminis, hay una integración de espíritu y
forma. La música del signo dual Géminis intenta juntar las naturalezas
espiritual y física del ego. En el cuarto mes, bajo Cáncer, el ego entra en su
propio cuerpo. Esta es la época de la animación.

Bajo las cósmicas aguas de Cáncer, la Jerarquía del Querubín cuya notaclave
musical es Sol Sostenido Mayor, el cuerpo que está en proceso de
formación es alimentado por las aguas de la vida. Luego es fortificado y
nutrido por los calentadores fuegos del amor bajo el gobierno de la
Jerarquía de Leo, cuya nota-clave musical es La Sostenido Mayor. Las
fuerzas de estas dos Jerarquías, Cáncer y Leo, están unidas e incorporadas
al embrión en desarrollo bajo la dirección de Virgo, cuya nota-clave
musical es Do Natural.

Durante los últimos tres meses prenatales las fuerzas armoniosas de la
Jerarquía de Libra, cuya nota-clave es Re Mayor, une y polariza las fuerzas
femeninas de Escorpio, cuya nota-clave es Mi Mayor, con las fuerzas
masculinas de Sagitario (Fuego), cuya nota-clave es Fa Mayor.

Así se forma el perfecto templo-cuerpo – “Una casa no hecha con las
manos” – que el ego encarnado va a ocupar durante su peregrinación
terrenal.

Los tres primeros meses después del nacimiento el ego es rodeado y
protegido por la Jerarquía de Capricornio (Arcángeles) cuya nota-clave
musical es Sol Mayor, y Acuario (la humanidad Perfeccionada), cuya notaclave
musical es Si Mayor.
En esta época el infante armoniza mucho más con el mundo celestial y sus
Seres celestes que con la tierra y su humanidad. Las luces del cielo a
menudo juguetean de un lado a otro de la cara de un bebé; y sus Ángeles
guardianes dejan su impreso sobre él como un suave y luminoso halo.

Durante estos tres meses inmediatamente siguientes al nacimiento el ego,
en su cuerpo infante, todavía es un ciudadano del cielo, enterado de la
tierra sólo a intervalos, y así pasa mucho tiempo durmiendo. Está
consciente de los seres plano-internos quienes van y vienen, mezclándose
con los seres físicos quienes se preocupan de su cuerpo. Desde los tres a
seis meses de edad el infante aprende a relacionarse claramente con el
mundo material, y la clarividencia infantil disminuye bruscamente en este
punto, aunque continúa para quedarse, en algún grado, a través de toda
la niñez y algunas veces durante toda la juventud.

Así alrededor de los tres meses de edad, el ego en renacimiento ha
recapitulado el ciclo entero de su pasada evolución, y está listo para un
nuevo ciclo de experiencia. Ha recorrido el circuito celestial desde Aries a
Piscis; la Jerarquía de Aries contiene la imagen arquetípica del hombredios;
la Jerarquía de Piscis manifiesta sobre la tierra al hombre “hecho a
imagen y semejanza de dios”. Bien pueden los Ángeles cantar, “¡Está
terminado!”.

En el trabajo del nacimiento, la nota dominante de la sinfonía cósmica de
doce cuerdas es tocada por la Jerarquía que está gobernando el mes
natal del ego entrante.

Obsérvese, sin embargo, que durante el período prenatal, y hasta los tres
meses post-natales incluso, las doce Jerarquías creativas fueron divididas
en cuatro grupos de tres cada uno, que podemos denominar “trinidades”
más que “triplicidades”.

La primera trinidad consistía de Aries, Tauro y Géminis, con la mayor
influencia operando por medio del tercero de estos signos, Géminis; el
elemento correspondiente es Aries. La segunda trinidad consistía de
Cáncer, Leo y Virgo, con Virgo la influencia dominante, y Tierra el
elemento. La tercera trinidad consistía de Libra, Escorpio y Sagitario, sus
fuerzas fluyen a través del elemento Fuego. La cuarta trinidad, que
consistía de Capricornio, Acuario y Piscis, trabaja principalmente a través
del elemento Agua.

Así tenemos los cuatro elementos de Aire, Tierra, Fuego y Agua como la
base de la creación. Aquí se halla la importancia del VERBO en el
Evangelio de Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.” (Juan 1: 1,2). Este
Verbo es el Elohim del Libro del Génesis. ¡Cuán elevado y santo es el
período prenatal! ¡Y cuán sublime y trascendental la labor de formar el
cuerpo-templo del hombre!


* * *

LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

LOS COLORES PRIMARIOS CON RESPECTO AL DESARROLLO PRENATAL


LOS COLORES PRIMARIOS
CON RESPECTO AL
DESARROLLO PRENATAL

Una evolución continua durante el período prenatal sincroniza la forma, el
color y el tono – una escala cromática de color como también de tono.

Los primeros tres meses el ego responde en forma dominante a los tonos
azules; los próximos tres meses, a los tonos amarillos; el sétimo, octavo y
noveno mes, a los rojos. Después del nacimiento, un matiz resultante de la
combinación de estos tres colores primarios revela en un aura fulgurante
color la condición evolucionaria del ego.

Con respecto a la Trinidad, el azul es el color del Padre; el amarillo, el de
Cristo; el rojo, el del Espíritu Santo. Descubrimos, por lo tanto, que en el
desarrollo prenatal se requiere del poder del Padre para iniciar la
formación de un nuevo cuerpo; el principio cohesivo del amor, para
llevarlo hacia adelante a través de su segunda etapa; el principio activo
del Espíritu Santo, para completar la tercera y última fase inmediatamente
precediendo la entrada a una existencia física independiente.

Es sólo cuando consideramos más que una serie de atributos y cualidades
asignadas a la Trinidad, y observamos como armonizan y se sustentan uno
a otro con respecto a los procesos lógicos en la naturaleza como podemos
observarlos en ciertos puntos, que llegamos a una convicción de que las
asignaciones de colores o tonos o principios a Seres o aspectos de Seres, o
a fases de desarrollo, no son ni arbitrarias ni puras abstracciones inventadas
por el intelecto humano. Son realidades existiendo en la misma esencia de
las cosas.

* * *

LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

HORÓSCOPOS MUSICALES


HORÓSCOPOS MUSICALES

Una de las más eufónicas de todas las frases es la Música de las Esferas. En
cierta etapa de su progresivo logro, cada Iniciado experimenta una
“iluminación por sonido” en que la Música de las Esferas viene a ser para él
una realidad viva. Como el Dr. Rudolf Steiner ha dicho:

Si logramos apartar la barrera interna entre el cuerpo etéreo y el cuerpo
físico, y si podemos entonces mirar dentro del cuerpo etéreo y dentro del
cuerpo físico, oiremos una música resonando en el cuerpo etéreo y
también en el cuerpo físico. Estos sonidos son el eco de la armonía de las
esferas que el hombre recogió cuando descendió desde el mundo divino
espiritual al mundo físico.

Uno de los próximos desarrollos de esa ciencia largamente perdida de la
terapia musical – una ciencia que hoy está siendo recobrada con gran
rapidez – será el horóscopo musical. Este se basará en las correlaciones
entre la escala cromática de doce tonos y las doce Jerarquías zodiacales
que circundan nuestro sistema solar; y también entre la escala diatónica
de siete tonos y los siete planetas (incluyendo esta tierra) que pertenecen
a nuestro sistema particular. La Biblia se refiere a estos planetas como los
siete Espíritus ante el trono de Dios. Cada nota de la escala cromática
hace sonar la nota clave de uno de los doce signos zodiacales mientras las
notas de la escala diatónica armonizan con los tonos de los planetas.

Cuando este fascinante aspecto de la música astrológica sea
desarrollado, nos daremos cuenta de cuán literalmente cierta es la
referencia poética a un cuerpo sufriendo males físicos o mentales como
“dulces campanas que sonaban discordes, fuera de tono y con rudeza”.

Si adaptamos la carta radical a alguien a la música, podremos oír su
canción natal. Los trinos y cuadraturas de los aspectos planetarios sonarán
como armonía y discordancia respectivamente. Los así llamados aspectos
malos son las discordancias que nosotros hemos creado en el pasado por
tocar las claves equivocadas o por no haber aprendido cuales son las
correctas. Las concordancias, en cambio son las alegres proclamaciones
de la próspera armonización con los ritmos universales mediante las
pruebas superadas y las lecciones aprendidas.

Fue a través de la aplicación científica de tales hechos básicos que
Pitágoras, quizás el más adelantado así como el más célebre músico
terapista de todos los tiempos, efectuó tales maravillosas curas de cuerpos,
mentes y almas. Con la magia de la música él trató cada tipo de
enfermedad. Las emociones destructivas del temor, ira, sensualidad y así
sucesivamente fueron “tocadas hacia abajo” mientras que los impulsos
ennoblecedores del alma fueron “tocados hacia arriba” hasta un grado
donde llegaron a ser curadores y regenerativos.

Aristóteles concebía a la música como incluyendo la astronomía, y así la
enseñaba. Platón definía a la música como “la ley moral”. La “Música”,
dijo, “entrega alma al universo, alas a la mente, vuelo a la imaginación, un
amuleto contra la tristeza, alegría y vida a cada cosa. Es la esencia del
orden y conduce a todo lo que es justo, bueno y bello”.

Esa es la divina misión de la música. Cuando se emplea en conjunción con
la ciencia de las estrellas, y se aplica a un individuo en conformidad con su
patrón de vida como revelado por su carta natal, una fase de la curación
será practicada que será digna de la sabiduría enseñada en los antiguos
Templos de Luz. Los horóscopos musicales serán parte de esa práctica,
pues en ambas, en su constitución interna y externa el hombre es formado
de acuerdo con el movimiento musical de las estrellas. El hombre es, en la
misma verdad, un “canto de Dios”.

La gran Naturaleza tenía un millón de palabras
en lenguas de árboles y cantos de aves,
pero ninguna que el corazón del hombre pudiera inspirar,
hasta que la música llenó las pipas de Pan.

Henry Van Dyke


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LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

MÚSICA DE LEMURIA



CAPÍTULO II

ORÍGENES PRE HISTÓRICOS
MÚSICA DE LEMURIA

Música…un tipo de idioma inarticulado, insondable, que nos conduce al
borde de lo infinito.

Thomas Carlyle

Los elementos de Fuego, Aire, Agua y Tierra son los más importantes en el
esquema evolutivo de la tierra; de hecho, sin estos cuatro elementos la
vida sobre este planeta sería imposible. El fuego fue el primero en ser
descubierto y usado por el hombre en los días de Lemuria. Fue, por lo

tanto, el elemento dominante relacionado con la raza Lemuriana y un
factor principal en sus creencias y ceremonias iniciáticas. La habilidad para
caminar sobre carbones encendidos y para sostener bolas de fuego en las
manos es un recuerdo fragmentario de los antiguos días aún retenido por
algunos pueblos primitivos.

La música que acompañaba a los Ceremoniales de Fuego Lemurianos era
salvaje y misteriosa, pues armonizaba con el ritmo de las flamas saltarinas.

En esta música tuvo su progenie el jazz, tan popular en el mundo de hoy. El
cuerpo de deseos del Lemuriano necesitaba un reanimador así los
Grandes usaban esta peculiar música rítmica para estimular su actividad.

En el curso de los años esta fuerza de fuego interno despertada condujo a
prácticas mal dirigidas que reaccionaron en las correspondientes fuerzas
de fuego planetarias, resultando en la destrucción del continente
Lemuriano por la acción volcánica.

Los seres humanos que habitaron la antigua Lemuria tenían muy poca
semejanza con los de nuestro tiempo. Durante la primera parte de esa
época, lejana por muchos millones de años, su forma corpórea fue
meramente embrionaria. En un largo espacio evolutivo pasó a través de
sucesivas transformaciones hasta que, en la remota Lemuria, hubo asumido
una forma algo similar a su presente entorno, aunque su textura era muy
diferente. Antes que condensara en substancia física los vehículos de esta
primera humanidad eran más bien tenues y plásticos. Podrían, de hecho,
ser considerados como casi una forma de sombra.

Por consiguiente, el cuerpo todavía no se había desarrollado hasta el
punto donde el ego pudiese llegar a habitarlo. Estaba sólo
magnéticamente unido a su cuerpo y se hallaba, por lo tanto, en un
estado libre que le permitía ir y venir a voluntad. La mente como hoy la
conocemos aún no existía. La humanidad infante – y era realmente infantil
– estaba bajo la dirección de las Jerarquías superiores, Seres espirituales a
quienes solemos llamar dioses.

No obstante, los primitivos Lemurianos vivían en estrecha armonía con la
naturaleza. Su vida estaba íntimamente entretejida con, y en efecto era
una parte integral de las mismas fuerzas de la naturaleza. Su vista interna
estaba abierta a las muchísimas actividades de las criaturas invisibles (para
nosotros) que conforman el lado vital de la naturaleza en su totalidad,
mientras su oído interno registraba las sublimes armonías con las cuales la
naturaleza se mueve, y en y a través de las cuales lleva a cabo sus
múltiples operaciones. Además, fue según las leyes que yacen ocultas bajo
la naturaleza que sus cuerpos originales se formaron, desarrollaron y
sustentaron.

Cuando la humanidad esté lo suficientemente espiritualizada para
reconocer la relación de la música con su evolución, descubrirá como las
armonías celestiales que emanan de las Jerarquías zodiacales, nuestros
guardianes estelares, ejercieron una formativa influencia en cada etapa
de su desarrollo; y que cada paso ha sido acompañado por la
orquestación celestial adaptada para cada proceso creativo.

El hombre en formación era bi-sexual. Las polaridades masculina y
femenina, ahora enfocadas cósmicamente en el Sol y la Luna
respectivamente, ejercían una influencia similar sobre los cuerpos plásticos
de la temprana humanidad. Pero esto fue en una época cuando la tierra y
la Luna todavía eran parte de la orbe solar. En una etapa posterior cuando
la tierra fue arrojada desde el Sol y, en una fecha aun posterior, cuando la
Luna fue lanzada desde la tierra, estas dos polaridades dejaron de tener
una expresión igual y balanceada en seres humanos individuales. Algunos
respondían sobre todo al polo positivo centrado en el Sol, mientras otros
respondían al polo negativo enfocado en la Luna. Eventualmente, esto
resultó en la división de la humanidad en dos sexos separados con el
hombre y la mujer apareciendo en escena.

Entonces fue que las armonías emanadas de las Jerarquías estelares
llegaron a diferenciarse en dos ritmos ahora conocidos como mayor y
menor. Los tonos mayores, masculinos en potencia y objetivos en carácter,
fueron proyectados a la humanidad por medio de la fuerza del Sol. Las
notas menores, femeninas en calidad y subjetivas en naturaleza, fueron
dirigidas a través de las fuerzas de la Luna. Mientras que el hombre hasta
ahora había evolucionado bajo los ritmos divididos de una sola escala, hoy
estaría sujeto a dos. Aquella que armonizaba con los tonos mayores
tendían a arrastrarlo a condiciones de creciente densidad; aquella que
armonizaba con los menores conducía su alma al más íntimo contacto con
los poderes del espíritu.

Como la Época Lemuriana estaba predominantemente bajo la influencia
de la Luna, su música armonizaba con los más sutiles matices menores. Era
una música extraña, lastimosa, sobrenatural. Sus ecos persisten en la
música de Java y otras Islas de los Mares del Sur, estas tierras son
remanentes del continente Lemuriano.

Podemos adivinar la naturaleza interior de cualquier pueblo si penetramos
inteligentemente en su música. Por ningún otro medio puede determinarse
con tanta exactitud la calidad de su vida y la etapa de su desarrollo. A
menos que seamos capaces de visualizar los cuerpos plásticos y fluidos de
aquellos primeros Lemurianos jamás entenderemos la influencia que la
música ejercía sobre ellos. Literalmente daba contorno y característica a
sus vehículos en desarrollo. Las envolventes fuerzas de la naturaleza fluían a
través de ellos sin impedimento alguno. Vivían en medio de los gigantescos
árboles de su región, y sus poderosos bosques era áreas sagradas en
donde se observaban los festivales de estación. Los ritos Iniciatorios de sus
sagradas estaciones eran gloriosos eventos dispuestos para la música, es
decir, para la armonía de las esferas.

Los bailarines del Templo Lemuriano duplicaban los movimientos y ritmos de
los orbes celestes, su “Música de movimiento” era audible para los devotos
danzantes. Ciertos centros espirituales o “luces” dentro de sus cuerpos eran
despertados por medio de estas danzas ejecutadas en la más sublime
reverencia y profunda devoción. Los bailarines eran siempre elegidos de
entre los más altamente evolucionados de los aspirantes del Templo.

Los Templos forestales eran para los Lemurianos su Santo de Santos. En estos
sagrados santuarios ocurrían los principales eventos de sus vidas. Estos eran
nacimiento, Iniciación o iluminación espiritual, y muerte – eventos que
correspondían a los tres pasos de desarrollo en todas las escuelas
esotéricas y a los primeros tres grados de las logias fraternales. Fue en los
Templos forestales y bajo la dirección angelical que la propagación de la
raza tuvo lugar a veces de acuerdo con los propios ritmos estelares, la
música de los cuales era audiblemente absorbida y transmitida a la
función de construcción del cuerpo.

Los sensitivos egos Lemurianos respondían especialmente al poder del
amor. La conciencia era continua ya que los egos aun no habían
descendido lo suficiente en la vida material para correr un velo entre los
planos externo e interno de existencia. Por eso, la muerte como nosotros la
conocemos era desconocida. Cuando los cuerpos habían cumplido su
período de utilidad eran desechados casi del mismo modo como algunos
animales periódicamente cambian sus pieles. Un cuerpo generado bajo
tales condiciones concordaba perfectamente con la propia nota estelar
del ego. Por el poder de esa nota podía renovar o eliminar su cuerpo a
voluntad. La enfermedad aun no se había convertido en una aflicción, así
la vida era un alegre canto y al tierra era todavía un reflejo del Jardín del
Edén.

Puesto que la raza Lemuriana estaba regida por la Luna, respondía
fuertemente a las fases siempre cambiantes de esa orbe. En época de
Luna Nueva y Llena se liberaban poderosas fuerzas así era entonces que
ellos observaban sus místicos ritos iniciatorios. Estos no estaban dirigidos a
los planos internos como ahora sino a los externos, ya que la evolución
Lemuriana dependía sobre todo del funcionamiento objetivo en desarrollo.

La música era un potente factor que los habilitaba para hacer un
necesario descenso en la materia. Con este descenso la diferenciación
entre los sexos se hizo más marcada, y se realizó a través de los ritmos
Mayores y Menores que acompañan a la Luna Llena y Nueva
respectivamente. En noches de Luna Nueva las fuerzas femeninas se
precipitaban a través de las menores celestiales; en noches de Luna Llena
las fuerzas masculinas se precipitaban por medio de las mayores.

Más tarde, cuando la humanidad Lemuriana había entrado de lleno a la
existencia física y cuando, al caer en la vida sensorial separativa del
mundo material, el nacimiento y la muerte marcaron las fases
diferenciadas de la existencia, la entrada a la manifestación física fue
acompañada por música adaptada a las armonías mayores; mientras la
entrada a los mundos internos, a través de la puerta que nosotros
llamamos muerte, armonizaba con los acordes menores.

Así vemos cuán profundamente cierto es que el hombre es un ser musical.

Su origen está en el Verbo pronunciado. Por el sonido fue sustentado y por
la música evolucionó. Lo que él registró subconscientemente en Lemuria un
día conscientemente lo sabrá. Entonces ya no considerará a la música
como un arte más o menos desprendido de la vida, ni pensará en ella,
primeramente como tema sólo para el deleite estético. En lugar de eso,
reconocerá a la música como un factor vital en la evolución física, mental,
emocional y espiritual de toda la raza humana.

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LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile